Tumores malignos primarios de hígado

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Los tumores malignos primarios de hígado son células de crecimiento anormal en dicho órgano, de características cancerosas. Se les llama primarios porque son un fenómeno no derivado de la presencia de cáncer en otros órganos. En este artículo trataremos los principales tipos de tumor maligno de hígado, sus síntomas, cómo se diagnostican y tratan.

Existen muchos tipos de tumores. Un tumor, en general, es un crecimiento anormal de un grupo de células. Son llamados “malignos” cuando son cancerosos, y “benignos” cuando no lo son. 

Tumores primarios y secundarios

Son “primarios” cuando son un foco inicial de cáncer, sin que exista la enfermedad en otra parte del cuerpo que lo ha originado, es decir, cuando no hay metástasis (del griego methistanai = cambiar, que en jerga médica implica un cambio de ubicación o migración, aplicado a un cáncer). Los tumores que no son primarios son llamados secundarios, es decir, son producto de un cáncer original, en otra ubicación.

En este mismo sitio podrás encontrar información sobre los tumores benignos de hígado y los tumores malignos secundarios de hígado.

El hígado es un órgano complejo con diferentes tipos de células, por eso existen diferentes tipos de tumor de hígado desde el punto de vista citológico, es decir, del tipo de células involucradas.

¿Cuál es el tipo de tumor maligno de hígado más frecuente?

Dentro de los tumores primarios malignos de hígado, el más frecuente es el carcinoma hepatocelular, también conocido como hepatocarcinoma o hepatoma. El cáncer de hígado no está entre los cánceres más frecuentes, no obstante, de los tumores primarios de hígado, el hepatocarcinoma es el más frecuente, con cerca de un 80% a 90% de los casos. Ocurre con mayor frecuencia en hombres que en mujeres, en la década de los 50 a 60 años de edad.

Otros tumores malignos primarios de hígado

Otros tumores malignos primarios de hígado, menos frecuentes, son el colangiocarcinoma, sarcoma y hepatoblastoma.

  • Colangiocarcinoma: Cáncer de las vías biliares, de mal pronóstico y baja sobrevida a largo plazo, incluso recurriendo a la cirugía. Su prevalencia es baja, no afectando a más de 1 persona en 50.000.
  • Sarcoma: Cáncer de las células del tejido conectivo. Dada la ubicuidad del tejido conectivo en el cuerpo, el sarcoma no es, en modo alguno, exclusivo de la región hepática, pero puede presentarse en esta zona.
  • Hepatoblastoma: Es un cáncer hepático infantil, formado por células similares a las hepáticas fetales, a células hepáticas maduras o de la vía biliar.

¿Qué es el hepatocarcinoma?

El más frecuente de los tumores primarios malignos de hígado es el hepatocarcinoma. En la mayoría de los casos se debe a una cirrosis hepática, de hecho, es un hallazgo post mortem de relativa frecuencia en pacientes cirróticos. Por lo tanto, las causas principales del hepatocarcinoma son aquellas que producen cirrosis hepática, como el alcoholismo, la infección por virus de hepatitis C y la hemocromatosis (enfermedad hereditaria que provoca una acumulación excesiva de hierro en diversos órganos). 

También es posible que se desarrolle un hepatocarcinoma sin necesidad de cirrosis, por infección por virus de hepatitis B. A nivel de zonas geográficas, existe una correlación evidente entre la mayor penetración del virus de la hepatitis B y el hepatocarcinoma. 

Los síntomas y signos propios del hepatocarcinoma son, como suele ser el caso con los tumores de hígado, típicamente de aparición relativamente tardía, por lo que en tiempos pasados, el pronóstico de un paciente de hepatocarcinoma era en general poco auspicioso, con pocas posibilidades de tratamiento curativo. 

La evolución de las técnicas de diagnóstico por imagen, así como el seguimiento de grupos de riesgo, ha mejorado significativamente la oportunidad del diagnóstico y, por lo tanto, las posibilidades de tratamiento.

Como hemos dicho, los síntomas del hepatocarcinoma propiamente tal aparecen tardíamente, siendo más evidentes clínicamente los síntomas de la cirrosis que, en muchos casos, ha tenido incidencia en la aparición del tumor.

En aquellos casos minoritarios en que el hepatocarcinoma se desarrolla en un hígado sin comorbilidad, es decir, en general sano, pueden aparecer los siguientes síntomas y signos:

  • Dolor y sensibilidad en la región abdominal, así como ascitis o inflamación del abdomen.
  • Pérdida de peso.
  • Presencia de una masa palpable.
  • Hipoglicemia.
  • Eritrocitosis. 
  • Hipercalcemia (concentración elevada de calcio en la sangre).
  • Diarrea acuosa.
  • Tendencia al sangrado o a la formación de hematomas.
  • Ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos).

Síntomas no exclusivos del cáncer de hígado

Es importante recalcar que muchos de estos síntomas no son exclusivos del cáncer de hígado, por lo que no debe obtenerse la conclusión inmediata de la presencia de cáncer, ante su aparición. El consejo es acudir a un especialista certificado y con experiencia comprobada en patología hepática.

Cómo se diagnostican los tumores primarios malignos de hígado

El diagnóstico, dado lo tardío de la aparición de los síntomas y lo inespecífico de los mismos, se apoya fuertemente en imágenes médicas, como ecotomografía, TAC (scanner) y resonancia magnética. La biopsia hepática es, con todo, el medio definitivo de certificar el diagnóstico. 

¿Cuáles son las alternativas de tratamiento para los tumores primarios malignos de hígado?

El tratamiento del cáncer es, en general, multidisciplinario. En el caso del cáncer de hígado, requiere la colaboración de un equipo conformado por oncólogos, gastroenterólogos subespecializados en hepatología, y cirujanos expertos en patología hepatobiliopancreática, es decir, en hígado, páncreas y vía biliar.

La cirugía juega un rol esencial en el tratamiento de los tumores primarios malignos de hígado. En casos con un tumor pequeño y localizado, la cirugía indicada es una resección parcial del tejido hepático o hepatectomía parcial. 

Para pacientes cirróticos, con varios tumores pequeños, el trasplante de hígado es normalmente la cirugía de elección. En este mismo sitio puedes revisar el artículo en que hablamos en detalle de este procedimiento. 

Los tumores de mayor tamaño, que no se han extendido a otros órganos, pueden ser tratados mediante la quimioembolización, que consiste en limitar, mediante técnicas poco invasivas, la irrigación sanguínea al tumor, y la inyección de quimioterápicos, que son citotóxicos, atacando las células que forman el tumor.

Lo anterior no excluye, por supuesto, que en el tratamiento de casos específicos de cáncer, la estrategia aconsejada combine diferentes terapias, como la quimio o radioterapia.

En resumen

Los tumores primarios malignos de hígado poseen hoy en día una mejor perspectiva (o prognosis) que antaño, fundamentalmente por las posibilidades que abre el diagnóstico asistido por imágenes, y por técnicas quirúrgicas, que en manos de equipos quirúrgicos especializados y con experiencia, entregan mejores resultados y posibilidades a los pacientes de cáncer de hígado.

Doctor Erwin Buckel G.
Cirujano de Páncreas, Hígado y Trasplante
Clínica Las Condes

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